Nota Técnica (resumen)*
Toda estrategia debe obedecer al conocimiento razonable de una situación y problemática real, para permitir el verdadero logro de un objetivo. No en vano Einstein decía “Si yo tuviera una hora para resolver un problema y mi vida dependiera de la solución, yo gastaría los primeros 55 minutos para determinar la pregunta apropiada, porque una vez supiera la pregunta correcta podría resolver el problema en menos de cinco minutos”. Así, plantear una estrategia, o peor, una solución, sin comprender la correcta naturaleza de un problema será una equivocación que en el mejor caso no resolverá el problema, sino con conllevará múltiples a gastos inútiles (desperdicio de recursos sería mejor decir), así como a la pérdida del recurso más escaso: el tiempo.
La presente nota sintetiza algunas conclusiones y recomendaciones del informe “Causas de la crisis de fertilizantes y agroalimentaria”. El informe busca identificar las bases técnicas del origen de la crisis a nivel de fertilizantes (urea) y de las principales fuentes de alimentos importados (soya, maíz amarillo duro y trigo), para delinear el camino técnicamente adecuado a seguir para el sector privado. Sin embargo, inevitablemente el análisis generó recomendaciones generales, parte de las cuales se publican en la presente.

La naturaleza de la crisis. Los fertilizantes, en particular la urea; asimismo, insumos alimentarios clave como la soya y sus derivados, el maíz amarillo duro y el trigo, son commodities, es decir, productos de negociación en gran escala, cuyo precio se determina a nivel internacional, generalmente en bolsas de valores y bajo condiciones estandarizadas. El análisis realizado identificó que el incremento de sus precios desde el años 20202 obedece a causas financieras, no a la guerra ruso-ucraniana, como erradamente se cree. El análisis ha demostrado que existe una correlación positiva entre la emisión de dólares y euros con el costos de la energía, en especial del gas natural, factores que determinan el costo y precio de la síntesis industrial de fertilizantes, en particular la urea. Esta misma relación se identificó para la inflación y productos alimentarios como la soya y maíz. De esta forma, se observa que el precio internacional de la urea alcanzó su precio máximo (sobre los 900 dólares por tonelada) en noviembre del 2021, varios meses antes que inicie la guerra en Ucrania. Sin presencia de la guerra, el precio de la urea comenzó a subir desde fines del 2020. Aunque para el periodo 2021 y 2022 la correlación urea-inflación es media; estadísticamente se ha verificado la alta influencia de la emisión de dinero sobre la inflación y sobre la evolución del precio de urea, sobre todo durante el año 2021, cuando la inflación llegó a tener una correlación mayor al 80% del incremento del precio internacional de urea.

Entonces, este no es, nunca fue, un problema de escasez de urea, ni de materias primas como el maíz amarillo duro o la soya, pues no hay problemas en el abastecimiento de estos productos, sino que se trata de un problema financiero que ha sido transferido a los precios de materias primas. Así lo muestran las correlaciones de las inflaciones occidentales con los precios de urea, del maíz amarillo (84%) o de soya (84%), con la inflación de las principales economías occidentales (USA y Europa). Aunque han existido factores de coyuntura, como la explosión de la planta de gas de Freeport LNG, o sequias localizadas en algunos países, se ha verificado que el impacto de estos no ha tenido el alcance del golpe financiero, esto puede verificarse, por ejemplo, en la alta correlación (92%) entre los euros en circulación y la inflación en Europa para los periodos analizados. En consecuencia, no siendo un problema de escasez, realizar una o varias compras no solucionará un problema de precios altos, causados por exceso de liquidez, por el contrario, en el peor de los casos, lo agravaría (pues generará una falsa demanda adicional).

El impacto de la inflación sobre los fertilizantes (urea) se explica a través de la alta correlación estadística (86%) encontrada entre la inflación y el precio del gas natural, un insumo determinante para la fabricación de la urea. En consecuencia, tratándose de un impacto financiero que ha encarecido el precio de materias primas tan determinantes para la seguridad alimentaria, resulta poco coherente pensar que comprar unos miles de toneladas, sea de urea o de otras materias primas, hará bajar el precio, sino lo contrario.

En el corto plazo la medida coherente sería un subsidio condicionado a nivel país, pero sería absurdo aplicarlo al productor, pues su impacto sobre el precio de fertilizantes (que es lo que se busca mitigar) sería incierto. Entonces, la naturaleza del subsidio debería comprender dos características necesarias. Primero, asegurar un alcance nacional, para lograr una real disminución del precio. Para ello, debe ser aplicado a nivel de la urea agrícola que ingrese al país (importada), de esta forma, el precio disminuirá para todos los productores. Segundo, el subsidio se perderá en la distribución interna si no es integrado con un mecanismo de condicionamiento, que permita una transmisión efectiva del subsidio: desde el importador que recibe el producto en puerto, pasando por la cadena de intermediación hasta el pequeño productor. Un mecanismo de esta naturaleza debe diseñarse con los actores que tienen injerencia real y efectiva en esta cadena: importadores, distribuidores y organizaciones de productores como juntas de usuarios, cooperativas y empresas medianas y pequeñas; contar con el aporte técnico de las grandes empresas y sus gremios, será de fundamental importancia. El desafío de integrar a actores privados en el diseño y ejecución de estrategias de alcance nacional es el mismo que enfrenta la ganadería, tan golpeada por el suba de precios de soya y maíz amarillo duro desde el 20202.
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(*) La presente nota sintetiza algunas de las conclusiones del informe “Estrategias para enfrentar la crisis de fertilizantes y alimentaria” preparada por el equipo de asociatividad.org, se publica el presente con la autorización del cliente para quien fue preparado.